Es común pensar que el control de los niños pequeños implica luchar
contra ellos, contra su actividad motora, su capacidad de crear e
imaginar y, sobre todo, con su gran habilidad para divertirse. Cuando
un maestro piensa que controlar al grupo implica imponer, limitar y
perseguir, el grupo se convierte en un verdadero desorden, ya que los
niños intentarán luchar contra aquello (la maestra) que les impide ser
felices. Sin embargo, la tarea es difícil de llevar a cabo sin
descuidar los objetivos académicos que se ha propuesto. Es ella la que
debe decidir qué actividad se va a realizar en cada momento, así como
la que decidirá lo que se puede y lo que no se puede hacer dentro del
salón de clases.
Para poder mantener el control de un grupo, es necesario que la maestra:
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Conozca a su grupo y a cada uno de sus integrantes
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Disfrute de su actividad y la convivencia con niños pequeños
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Conserve la capacidad de diversión de la infancia
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Tenga la capacidad de tomar decisiones rápidas pero certeras y asertivas
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Tenga capacidad de análisis de relaciones interpersonales
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Logre dejar su vida privada fuera del ambiente escolar
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Logre no pensar que cada vez que el grupo se descontrola, lo hace para molestarla
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Observar lenguaje no verbal
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Capacitación constante
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Postura firme pero cálida
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